¡Hola otra vez!
Cómo ya habréis podido observar en la mayor
parte de las recetas que he puesto hasta ahora (y son poquitas, de momento) y
que no son de postres, siempre uso para adobar sal y ajo.
Hasta hace unos años para tal
menester troceaba ajos, los echaba en un mortero y ponía sal fina y con la mano
del mismo lo iba machacando hasta conseguir una pasta homogénea que
posteriormente usaba como adobo. Lo malo de hacerlo así, es que tenía que hacerlo al momento cada vez que me ponía a cocinar y entonces decidimos hacerlo de otra
manera, bueno,
mejor dicho desde aquel momento lo prepara mi marido.
Usamos 1kg. de sal de grano
mediano (ni la fina ni la gruesa) y siempre sal yodada y aproximadamente otro
kilo de ajos (blancos o morados).
Como es mucha cantidad para
pelar, una vez separados los dientes para pelarlos con mayor facilidad les
pegamos un golpe seco con la palma de la mano y así es más fácil quitarles la
piel.
Una vez pelados, ponemos todo
en un recipiente grande, metemos la batidora y empezamos a triturar hasta que
queda una pasta fina, a continuación los vamos metiendo en botes de cristal,
tapamos bien y los guardamos en un sitio fresco y oscuro.
De esta manera, cada vez que
necesitamos adobar, solo es abrir el bote y coger la cantidad que necesitemos.
Aprovechando ya el post, os
digo que el cuchillo con el que pelamos los ajos queda impregnado con el olor
de estos, para quitar éste bastará con aclararlo bien con agua muy fría y lo
mismo con las manos de quien lo haya manipulado.
Un
saludo, nos vemos muy pronto.
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